Primero de Mayo
Día Internacional de los trabajadores
Por Gislania Tamayo CedeñoPublicado: 1 de mayo de 2006
Corría el año 1877 y las huelgas de los ferroviarios, las reuniones y las grandes manifestaciones eran reprimidas a punta de balazos, golpes y prisión, esta misma táctica represiva dio pie a la gestación de un movimiento de resistencia y lucha de los trabajadores que más tarde daría sus frutos.
En 1880 se creo la Federación de organizaciones de Sindicatos y Trade Unions, y en 1884 se pasó una resolución para establecer a partir del Primero de mayo de 1886 mediante la huelga general en los Estados Unidos las ocho horas de trabajo.
Esto despertó un interés y apoyo generalizado ya que en aquella época se laboraban 10, 12, y hasta 14 horas diarias de las que no estaban excluidos los niños y las mujeres a quienes se les pagaba un salario inferior.
El Primero de mayo de 1886 decenas de miles de trabajadores salieron a la calle en diversas ciudades de Estados Unidos; Chicago que era el baluarte de la huelga, paralizó casi completamente la ciudad.
Sin embargo la patronal y el gobierno incrementaron en grandes proporciones la policía y la milicia, haciendo caso omiso a estas demandas.
El 3 de Mayo mientras una parte de los huelguistas junto con sus familiares se congregaban frente a la planta de Mc Cormick, hizo uso de la palabra el obrero August Spies.
Llegaron las fuerzas del orden cargando contra los manifestantes, reprimiendo brutalmente a trabajadores, mujeres, niños y ancianos, con un saldo de varios muertos y heridos.
Enterado de la matanza, Adolf Ficher escribió una proclama que más tarde serviría como prueba en su contra. En esa proclama, afirmaba que la guerra de clases había comenzado, que la sangre de los muertos pedía venganza. “Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. ¡Es la necesidad lo que nos hace gritar a las armas!”.
Muchos obreros fueron echados a la calle. Hubo varios muertos, heridos y detenidos. Ocho fueron sometidos a juicio y cuatro de ellos a muerte Spies, Engel, Parsons y Fischer.
El juicio se inició el 15 de julio de 1886, vergonzoso, manipulado, fueron acusados de complicidad de asesinato, resultó una farsa montada con el único objetivo de culpar a los dirigentes obreros y, así, desbaratar su movimiento.
El jurado estaba formado por hombres de negocios y un pariente de uno de los policías muertos. El fiscal, sin más, aclaró que se acusó a los prisioneros porque fueron los líderes de la jornada, solicitando un castigo ejemplar que permitiera salvar las instituciones en peligro.
El 20 de Agosto de 1886, el jurado dictaminó condena a muerte para Spies, Schwab, Lingg, Engel, Fielden, Parsons y Fisher y 15 años de trabajos forzados para Neebe. Tras esto, se concedió la palabra a cada uno de los condenados los que hicieron gala de elocuencia y valentía para enfrentar tan dramático momento.
Al medio día del 11 de noviembre de 1887 sus carceleros los vinieron a buscar para llevarlos a la horca, emprendieron el camino entonando la Marsellesa, aquel día que después fue llamado el Viernes Negro, se cuenta que Parsons gritó “Que se oiga la voz del pueblo”; Spies dijo…¡”Tiempo llegara en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que hoy vosotros estranguláis!
Más de medio millón de personas asistieron al cortejo fúnebre. Hoy descansan en el panteón, y en todos los países del mundo son recordados como símbolo de dignidad de la clase trabajadora, menos en EE.UU. que fue donde se llevó a cabo este crimen.
En 1880 se creo la Federación de organizaciones de Sindicatos y Trade Unions, y en 1884 se pasó una resolución para establecer a partir del Primero de mayo de 1886 mediante la huelga general en los Estados Unidos las ocho horas de trabajo.
Esto despertó un interés y apoyo generalizado ya que en aquella época se laboraban 10, 12, y hasta 14 horas diarias de las que no estaban excluidos los niños y las mujeres a quienes se les pagaba un salario inferior.
El Primero de mayo de 1886 decenas de miles de trabajadores salieron a la calle en diversas ciudades de Estados Unidos; Chicago que era el baluarte de la huelga, paralizó casi completamente la ciudad.
Sin embargo la patronal y el gobierno incrementaron en grandes proporciones la policía y la milicia, haciendo caso omiso a estas demandas.
El 3 de Mayo mientras una parte de los huelguistas junto con sus familiares se congregaban frente a la planta de Mc Cormick, hizo uso de la palabra el obrero August Spies.
Llegaron las fuerzas del orden cargando contra los manifestantes, reprimiendo brutalmente a trabajadores, mujeres, niños y ancianos, con un saldo de varios muertos y heridos.
Enterado de la matanza, Adolf Ficher escribió una proclama que más tarde serviría como prueba en su contra. En esa proclama, afirmaba que la guerra de clases había comenzado, que la sangre de los muertos pedía venganza. “Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. ¡Es la necesidad lo que nos hace gritar a las armas!”.
Muchos obreros fueron echados a la calle. Hubo varios muertos, heridos y detenidos. Ocho fueron sometidos a juicio y cuatro de ellos a muerte Spies, Engel, Parsons y Fischer.
El juicio se inició el 15 de julio de 1886, vergonzoso, manipulado, fueron acusados de complicidad de asesinato, resultó una farsa montada con el único objetivo de culpar a los dirigentes obreros y, así, desbaratar su movimiento.
El jurado estaba formado por hombres de negocios y un pariente de uno de los policías muertos. El fiscal, sin más, aclaró que se acusó a los prisioneros porque fueron los líderes de la jornada, solicitando un castigo ejemplar que permitiera salvar las instituciones en peligro.
El 20 de Agosto de 1886, el jurado dictaminó condena a muerte para Spies, Schwab, Lingg, Engel, Fielden, Parsons y Fisher y 15 años de trabajos forzados para Neebe. Tras esto, se concedió la palabra a cada uno de los condenados los que hicieron gala de elocuencia y valentía para enfrentar tan dramático momento.
Al medio día del 11 de noviembre de 1887 sus carceleros los vinieron a buscar para llevarlos a la horca, emprendieron el camino entonando la Marsellesa, aquel día que después fue llamado el Viernes Negro, se cuenta que Parsons gritó “Que se oiga la voz del pueblo”; Spies dijo…¡”Tiempo llegara en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que hoy vosotros estranguláis!
Más de medio millón de personas asistieron al cortejo fúnebre. Hoy descansan en el panteón, y en todos los países del mundo son recordados como símbolo de dignidad de la clase trabajadora, menos en EE.UU. que fue donde se llevó a cabo este crimen.
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